A diferencia de los programas clásicos instalados y gestionados por el usuarios, el software como servicio ofrece una gran cantidad de ventajas. En primer lugar, se puede ahorrar en los costes de compra del software disminuyendo así el riesgo de inversión. Además, el periodo de implementación se reduce ya que solo se necesita que el proveedor del servicio active el software. Otro aspecto que se ve favorecido es la complejidad de las TI y el hecho de que el usuario pueda concentrarse en su actividad principal. Gracias a que el precio depende del tiempo y del uso, los gastos en tecnologías de la información se mantienen transparentes en todo momento. Como para usar el software solo se necesita una conexión a Internet, el programa se puede utilizar en distintos lugares sin inversiones adicionales.
El SaaS se presenta en distintos modelos de precio que suelen depender del uso y el tiempo. Los costes también pueden depender parcialmente de las funciones que se activen. El usuario puede elegir si quiere utilizar solo algunas funciones o todo el catálogo completo que ofrece el programa y pagar el precio correspondiente en cada caso. Otro modelo de precio calcula las transacciones realizadas por el usuario. Tales transacciones pueden ser, por ejemplo, ventas en línea o los documentos generados. Además, existen otros modelos de precios como el ajuste por uso de CPU o por cantidad de datos. Dependiendo del software, algunos proveedores cobran costes adicionales únicos por la instalación y el ajuste del programa.